¿Los Mormones Creemos en la Infalibilidad?
El Mormonismo no tiene la doctrina de la infalibilidad de algún hombre, sólo Jesús, ni tampoco lo tiene con respecto a las escrituras. Las escrituras nos dicen que “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”, aunque él tuviese el poder para sellar los cielos de la lluvia y volverla a enviar sobre la tierra a su mandato (Santiago 5 :17-18). El mismo principio lo enseña Moroni, “No me condenéis por mi imperfección, ni a mi padre por causa de su imperfección, ni a los que han escrito antes de él; más bien, dad gracias a Dios que os ha manifestado nuestras imperfecciones, para que aprendáis a ser más sabios de lo que nosotros lo hemos sido. “ (Mormón 9:31). El Señor dijo del evangelio restaurado “estos mandamientos son míos, y se dieron a mis siervos en su debilidad, según su manera de hablar, para que alcanzasen conocimiento; y para que cuando errasen, fuese manifestado; y para que cuando buscasen sabiduría, fuesen instruidos; y para que cuando pecasen, fueran disciplinados para que se arrepintieran; y para que cuando fuesen humildes, fuesen fortalecidos y bendecidos desde lo alto, y recibieran conocimiento de cuando en cuando. “ (DyC 1:24-28).
José Smith fue seriamente disciplinado por el Señor por la pérdida de las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón. A causa de la desobediencia de José el Señor le retiró Su Espíritu y le permitió caminar en la oscuridad (DyC 10:2; 19:20) Hablando sobre estos eventos el Señor dijo “con cuánta frecuencia has transgredido los mandamientos y las leyes de Dios, y has seguido las persuasiones de los hombres. Pues he aquí, no debiste haber temido al hombre más que a Dios. Aunque los hombres desdeñan los consejos de Dios y desprecian sus palabras, sin embargo, tú debiste haber sido fiel; y con su brazo extendido, él te hubiera defendido de todos los dardos encendidos del adversario; y habría estado contigo en todo momento de dificultad. “ (DyC 3:6-8). No fue ésta la única ocasión en que el Profeta fue castigado por el Señor. En una revelación recibida cerca de cinco años después leemos las siguientes palabras: “le digo a mi siervo José Smith, hijo: No has guardado los mandamientos, y debes ser reprendido ante el Señor; es necesario que los de tu familia se arrepientan y abandonen algunas cosas, y que atiendan con mayor diligencia a tus palabras, o serán quitados de su lugar. “ (DyC 93:47-48).
Sería insensato suponer que uno puede alcanzar algún llamamiento, oficio, o posición en este estado de probación mortal, que lo ponga a uno sobre las tentaciones o más allá de los errores de un hombre común y mortal. Hablándoles a los discípulos recién llamados en América, el Señor resucitado les dijo “os digo que debéis velar y orar siempre, no sea que el diablo os tiente, y seáis llevados cautivos por él.“ (3 Nefi 18:15). A Pedro, quien fue llamado para dirigir la Iglesia, Jesús dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; “ (Lucas 22:31).
Por tanto no hay inmunidad para las debilidades de la carne en algún importante llamamiento o posición. Todos debemos labrar nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). De tal forma, no podemos declarar que nuestros profetas son infalibles en comportamiento o en doctrina. Declaramos, sin embargo, que ellos están entre los mejores hombres que viven sobre la tierra y que ellos enseñan la mejor doctrina que el mundo haya escuchado. No debe ser nuestra intención probar o demostrar que ellos son hombres, porque es obvio, sino testificar que son siervos del Señor.
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